Un estudio realizado en la Universidad sueca de Linköping demostraron que incluso un corto periodo de cuatro semanas de sobrealimentación y falta de ejercicio puede tener efectos a largo plazo sobre el peso y el índice de grasa corporal de un individuo, aunque luego se ponga a dieta.
Los investigadores dividieron a los individuos en dos grupos, a uno de ellos les disminuyeron la actividad física y les aumentaron la ingesta calórica en un 70% durante 4 semanas. Mientras que el otro grupo comió y se ejercitó con normalidad.
“Los participantes del grupo experimental ganaron una media de 6,4 kilos, que consiguieron perder en su mayoría en los seis meses siguientes. Pero un año más tarde su índice de grasa corporal era mayor que al inicio del experimento y las diferencias eran aún más significativas dos años y medio después”.
El estudio demuestra que incluso un breve tiempo de sobrealimentación y falta de ejercicio puede cambiar la fisiología de un individuo y hacer que sea más difícil bajar de peso y mantenerlo luego.
La diferencia de peso a largo plazo sugiere que hay un efecto prolongado sobre la masa de grasa después de un corto período de consumo excesivo de comida y de mínimo ejercicio.
Pequeños cambios en la alimentación pueden tener efectos prolongados sobre la salud, así que debemos tener mucho cuidado con los atracones ocasionales y las temporadas en las que nos pasamos con la dieta.
Intentando que la cantidad de calorías de más que comemos no sea mucho más excesiva que la que ingerimos normalmente, y cuánto menos tiempo seguido lo hagamos mejor. Por supuesto si lo acompañamos con un aumento de ejercicio, las consecuencias no serían tan desastrosas.
Los investigadores dividieron a los individuos en dos grupos, a uno de ellos les disminuyeron la actividad física y les aumentaron la ingesta calórica en un 70% durante 4 semanas. Mientras que el otro grupo comió y se ejercitó con normalidad.
“Los participantes del grupo experimental ganaron una media de 6,4 kilos, que consiguieron perder en su mayoría en los seis meses siguientes. Pero un año más tarde su índice de grasa corporal era mayor que al inicio del experimento y las diferencias eran aún más significativas dos años y medio después”.
El estudio demuestra que incluso un breve tiempo de sobrealimentación y falta de ejercicio puede cambiar la fisiología de un individuo y hacer que sea más difícil bajar de peso y mantenerlo luego.
La diferencia de peso a largo plazo sugiere que hay un efecto prolongado sobre la masa de grasa después de un corto período de consumo excesivo de comida y de mínimo ejercicio.
Intentando que la cantidad de calorías de más que comemos no sea mucho más excesiva que la que ingerimos normalmente, y cuánto menos tiempo seguido lo hagamos mejor. Por supuesto si lo acompañamos con un aumento de ejercicio, las consecuencias no serían tan desastrosas.